Querido san Antonio, dirijo a ti mi oración, confiado en tu bondadosa compasión que sabe escuchar y consolar a todos: sé mi intercesor ante Dios.
Tú que viviste una vida evangélica, ayúdame a vivir en la fe y en la esperanza cristiana; tú que predicaste el mensaje de la caridad, inspira a los hombres deseos de paz y fraternidad; tú que socorriste, inclusive con milagros, a los golpeados por el sufrimiento y la injusticia, ayuda a los pobres y a los olvidados de este mundo.
Bendice, en particular, mi trabajo y mi familia, manteniendo siempre lejos los males del alma y del cuerpo; haz que en la hora de la alegría, como en la de la prueba, permanezca siempre unido a Dios con la fe y el amor de hijo.
Amén.