Oh querido san Antonio, heme aquí, junto a tu tumba bendita.
He venido a rogarte, movido por mi necesidad y confiado en tu bondadosa compasión que sabe consolar a todos. Hazte mi intercesor ante Dios; habla tú en mi nombre, al Padre de las misericordias y obtenme la gracia que tanto necesito….
Sé que mi fe es débil; per tú, que poseíste esta virtud en modo admirable e la suscitaste con la predicación a las multitudes, reavívala en mí y hazla más fuerte y pura; tú que llevaste una vida evangélica, ayúdame a hacer más cristiana mi vida, de modo que pueda ser digno hijo del Padre que
está en los cielos.
Oh, san Antonio, ven en ayuda de mi debilidad, manteniendo lejos de mí las enfermedades y peligros del alma y del cuerpo; ayúdame a depositar siempre toda mi confianza en Dios, especialmente en los momentos de la prueba y del dolor. Bendice mi trabajo, mi familia, a tus devotos dispersos por el mundo y aquí espiritualmente presentes: obtiene a cada uno la bondad del corazón para con los pobres y los que sufren.
Oh, protector mío, responde a la confianza que siempre he puesto en tu intercesión ante Dios.