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Publicado el 01 Abril 2021

Tiempo de Pascua con San Antonio

Video del padre Mario Conte, fraile de la Basílica del Santo y director de la revista inglesa

Como sabemos, gracias a la luz solar, las plantas preparan todas las sustancias necesarias para el crecimiento, la floración y la producción de frutos.
Pero la luz solar no solo es necesaria para las plantas; es esencial para todos los seres vivos, para el ciclo del agua, desde la evaporación hasta la lluvia.
La luz disipa la oscuridad, nos permite ver; es energía, es calor ... es vida.

No es casualidad que la historia de la Biblia, empiece precisamente con la luz: «Y dijo Dios: ¡Sea la luz! Y fue la luz». Pero luego, como sabemos, poco a poco con el progreso de la historia humana, el mundo se corrompió y la oscuridad comenzó a prevalecer de nuevo… 
Pero Dios nos ama, nos ama con un amor infinito, y así, «La Palabra (que es Dios), se hizo carne y habitó entre nosotros», pero desafortunadamente, «el mundo no lo reconoció. Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron». De hecho, como todos sabemos, Jesús fue traicionado, negado, y finalmente clavado en la cruz como uno de los peores malhechores.

Pero Dios no se rinde, y en el día de la Primera Pascua, Dios vuelve a decir: «¡Sea la luz!», y fue la luz: ¡Jesús se levanta del sepulcro! Y el esplendor de esa luz eterna ha viajado a lo largo de la historia hasta el día de hoy, y brilla incluso hoy como cuando brilló en ese domingo de Pascua hace 2000 años.

¿Cuánta de esa luz hay en nuestros corazones? Y ¿qué cantidad de esa luz podemos hacer brillar?